Educación en el siglo XXI

Educación del siglo XIX VS Educación para el siglo XXI

¿Te suena algo exagerado comparar la educación del siglo XIX con la de siglo XXI?, Aún con todos los avances tecnológicos que tenemos en nuestra época, ¿es posible que existan similitudes entre nuestras aulas y las de hace siglo y medio?

Este tema, aunque a simple vista parezca ser obvio, encierra una reflexión profunda sobre el camino que como docentes nos toca encausar para las futuras generaciones, si consideramos que la realidad futura de quienes hoy son nuestros alumnos, será completamente distinta a la realidad en la que nos tocó crecer a nosotros.

Durante el siglo XIX se implementó un tipo de educación que estaba al servicio de la revolución industrial de la época. Las fábricas que comenzaban a proliferar en aquella época requerían trabajadores que se supieran adaptar a la carga de trabajo constante y sistemático que los procesos de producción exigían.

Es por eso que la manera en que el profesor se dirigía a los alumnos era exigente, disciplinada y repetitiva, a fin de que los alumnos asumieran su papel como futuros operantes dentro del sistema laboral; trabajadores eficaces, obedientes, con horarios estrictos y una predisposición a exigentes rutinas de trabajo.

Podemos resumir el perfil educativo de un alumno del siglo XIX en tres características:

Un trabajador infalible

El hecho de que la escuela moldeara en los alumnos a través de exámenes, tareas, clases repetitivas y conceptos estrictos que no permitían el cuestionamiento, favorecía un carácter de concentración bajo un nivel alto de demandas por parte del profesor, que en el futuro sería reemplazado por un jefe. Los errores dentro del aula eran reprendidos, pues dentro de las fábricas estos errores no serían tolerados.

Un trabajador adaptado

Las rutinas dentro de la escuela imitaban a los horarios que se debían cumplir dentro de las fábricas. Un alumno adaptado a estas rutinas de trabajo no encontraría mayor dificultad en seguir con este ritmo de vida, uno donde cada quién está enfocado en sus tareas, resaltando así el trabajo individualista.

Un trabajador obediente

Quizá esta característica engloba todo lo dicho hasta ahora, pues un trabajador que estuviera dispuesto a acatar las órdenes sería una mano de obra invaluable. Por esto dentro de la escuela no se les enseñaba a cuestionar ideas o a rescatar sus talentos. El profesor era quién disponía del saber y a él se le debía obedecer.

A todo lo que hemos mencionado, sobra preguntar, ¿encuentras diferencias entre la educación del siglo XIX y la educación del siglo XXI?