alumnos en clase

¿Qué es la enseñanza basada en competencias?

La educación es quizá una de las áreas profesionales que menos cambios ha sufrido con el paso de las décadas. Aún con el arribo de las nuevas tecnologías, es común que en muchos países de Latinoamérica, se continúen empleando de una manera rudimentaria y se perpetúen los sistemas obsoletos acerca de cómo se deben impartir clases. El método tradicional por excelencia busca que los alumnos memoricen una gran cantidad de información divida en un listado de materias obligatorias.

Al respecto, el día de hoy, les compartimos la opinión de una de las expertas en educación, egresada del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos; Jennifer Groff es una de las principales voces a favor de la enseñanza basada en competencias (EBC). Pero…

¿Qué es la EBC?

De acuerdo a Groff, la enseñanza basada en competencias es un tipo de enseñanza que prioriza el desarrollar habilidades y el uso del raciocinio, antes que la memorización de un exceso de saberes que no siempre son indispensables para que el alumno se desempeñe correctamente en su futuro laboral.

Para Groff, la creatividad, colaboración y pensamiento crítico son más importantes que la organización metódica de contenidos sin contexto. Un alumno que adquiere conocimientos, fuera de su contexto, sin experimentar las problemáticas tangibles de su mundo, no crea las habilidades necesarias para las exigencias del siglo XXI.

Para desempeñar una educación basado en la EBC, se consideran los conocimientos tradicionales como las matemáticas, o conocimientos actuales, como la programación, significativos siempre y cuando se aborden dentro de la clase para resolver un problema específico y familiar para los alumnos; no pueden ser significativos si no se aplican a problemáticas reales y sin inspirar el razonamiento.

Desde principios de siglo, existe una clara tendencia a favor de la enseñanza basada en competencias. En general se aplican proyectos en los que los alumnos se ven involucrados para dar una solución a una problemática específica a la que se pueden enfocar; analizarla, proponer estratégias y actuar en consecuencia para medir el impacto de sus acciones.

Para Groff, el aprendizaje logrado mediante la implementación de proyectos, en lugar de la repetición de conocimientos ya dados y el uso de materiales tradicionales (libros, exposiciones, tareas, etc.), da mucho mejores resultados en la formación del alumno. Esta metodología orientada a las competencias ha sido aprobada por OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y se ha implementado en países como Finlandia, Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos.

Ya desde hace muchos años se ha investigado sobre los factores que propician el correcto aprendizaje de los alumnos; es curioso ver que nuestra manera actual de enseñar no propicia los ambientes adecuados para que esto se logre. Un ejemplo de esto es la manera lineal en que se canaliza la enseñanza de los conocimientos, (dividida por materias y conocimientos rígidos y específicos), la organización de los grupos, acomodados por edades y no por habilidades, la constante exigencia hacia los maestros por cubrir un temario establecido sin permitir contextualizar el conocimiento que se imparte, y la manera momentánea de evaluar los aprendizajes sin la intención de recuperar lo ya visto dentro de clases en sesiones posteriores.

En este sentido la enseñanza tradicional clasifica la resolución de problemas por memorización y ofrece dos alternativas para evaluarlos, la respuesta correcta e incorrecta. Sin embargo, cuando los alumnos se enfrenten a un mundo cambiante, con consecuencias distintas y con una diversidad de factores a tomar en cuenta, no existen sólo dos alternativas; pero un alumno incapaz de razonar una solución, difícilmente podrá adaptarse a todas estas variables.

Groff aclara que el conocimiento de las materias bases, como pueden ser el lenguaje, las matemáticas y la ciencias, es necesario. Sin embargo, está en contra de que la formación completa de un alumno vaya deteriorándose por prestar más atención a conocimientos establecidos, en lugar de afrontar situaciones de un mundo que en la mayoría de los casos, es multifacético.

Finalmente, Groff, considera que son cinco las habilidades necesarias para un joven estudiante en el siglo XXI:

  1. Creatividad: el alumno debe aprender a dar respuestas a sus problemas de una forma eficaz y responsable.
  2. Comunicación: Saber conversar y comunicarnos correctamente con las personas que tenemos en nuestro entorno, sea familiar, social o laboral.
  3. Colaboración: La sociedad es parte inseparable del individuo, es necesario aprender a trabajar con los demás.
  4. Pensamiento crítico: El alumno debe aprender a balancear las decisiones y hacerlas significativas para su vida futura.
  5. Pensamiento ético o social: significa saber actuar considerando el entorno, los valores y los resultados.

Por último, Groff afirma que “Antes que una sociedad alfabetizada en los recurso digitales, necesitamos una sociedad con ética y con empatía hacia el mundo que le rodea”.