En un escenario en el que la inteligencia artificial emerge como herramienta para transformar la educación científica persisten muchos retos. Y uno de ellos tiene que ver con la igualdad de género, según Komal Dadlani.
Hoy, la inteligencia artificial emerge como una herramienta poderosa para transformar la educación científica, pero estamos atrás en varios sentidos. El primero tiene que ver con la igualdad de género, ya que aunque hoy las mujeres constituyen casi el 50% de la fuerza laboral global, su presencia en STEM es aún baja. Ellas registraron sólo un 30,2% de las matrículas de pregrado en este ítem en 2024, según datos de DEMRE.
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El problema comienza en la educación escolar, ya que debido a estereotipos sociales, las niñas son impulsadas a estudiar otro tipo de carreras, marginándolas del conocimiento tecnológico y científico que hoy es clave y también, alejándolas cada vez más del camino de la IA. Las pocas que logran hacerlo se topan con la falta de referentes y un sistema que sigue privilegiando a los hombres. Es lo que se conoce como “STEM leaky pipeline” o fugas de escape, donde a medida que las mujeres avanzan en sus profesiones, desertan debido a factores como la imposibilidad de conciliar el trabajo con la familia o la falta de tiempo para seguir estudiando. Y mientras ellas se quedan atrás, los hombres progresan.
Existe, además, otro problema que tiene que ver con la infraestructura. Un elemento fundamental para incentivar el aprendizaje práctico de las ciencias es contar con los elementos necesarios, pero hoy un 66% de los colegios chilenos pertenecientes a los sectores más bajos y medios bajos no tienen laboratorios, según datos del Banco Mundial. Gracias a la IA hoy rápidamente podemos personalizar el aprendizaje, automatizar tareas repetitivas e incluso crear experiencias de aprendizaje más atractivas e interactivas, pero ¿cómo vamos a esperar que las niñas y niños se motiven y tengan curiosidad por este mundo si no les entregamos las condiciones básicas?
Por eso, cuando celebramos el Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información (TIC), debemos tener presente que para fomentar una mayor presencia femenina en la ciencia y la tecnología hay que derribar los sesgos que impiden a las mujeres ser parte de este mundo y también invertir en equipamiento. Lo argumento con dos datos concretos: diversas investigaciones científicas aseguran que no hay diferencias a nivel de aprendizaje o condiciones intelectuales que impidan a las mujeres dedicarse a profesiones o roles científicos y, por otro lado, está comprobado que los países que más invierten en educación tienen PIBs más altos. De acuerdo a ONU Mujeres, si se multiplicara por dos el ritmo al que adquieren habilidades informáticas, podría obtenerse la igualdad de género mucho más rápidamente de lo que auguran las predicciones actuales, y si ellas tuvieran la misma presencia en el mercado laboral que los hombres, se podrían sumar al PIB mundial hasta 28 trillones de dólares, o un 26%, de aquí a 2025.
La clave de este gran desafío es que niñas y mujeres vean las carreras STEM como una opción válida, un camino viable, confiable y seguro: queremos que logren ver la IA como algo más que una herramienta, sino que como una tecnología a la que pueden aportar y expandir. Nunca olvidemos que el talento es universal, pero donde estamos fallando es en entregar las oportunidades para que éste pueda desplegarse. Sé que si como sociedad trabajamos unidos, podemos traspasar la pasión por la ciencia a las nuevas generaciones y beneficiar a las niñas para que sean protagonistas del futuro de la inteligencia artificial.
*La autora es bioquímica y cofundadora de Lab4U
Komal Dadlani | abril 24, 2024 @ 3:04:36 pm Revista Forbes